Muchas son las leyendas de México, que se conocen, ahora les compartiré una no muy conocida, y que cada que recuerdo, se me pone los pelos de gallina, al recordar todo lo vivido.
Era un día como cualquier otro, en casa solo estábamos mi hermana y yo junto con mi abuelo, el padre de mi madre y mi abuela la madre de mi padre, sabían que en la casa en donde estaban, se escuchaban cosas, y aun así mis padres, que ese día tenían un compromiso, nos dejaron con los abuelos que ese día estaban de visita y habían coincidido.
Todo empezó ya algo tarde, la casa era de dos pisos, mis abuelos, mi hermana y yo, ya estábamos dormidos, en eso se escucho en la cocina que todos los trastes se cayeron de la alacena, y se escuchaba claramente que alguien movía todo, mi abuelo tomo un bate que tenia yo de madera, y bajo cautelosa mente, sin saber a quien encontrar, ya que por los ruidos, todo hacia pensar que eran ladrones.
Al bajar y ver que todo estaba normal, y que el silencio era lo único que calaba en los oídos, opto por regresar y cerrar bien la puerta de la recamara, en cuanto cerro, mi abuela le pregunto, Don Elias, que paso abajo? Nasa Doña Bertha, es lo raro, no se escucha nada, puro silencio, y la casa de aquí enseguida, esta vacía, no me imagino que pueda ser.
En eso estaba cerrando la puerta, cuando escucho unas patadas en la puerta, como si vinieran atrás de el, algo que nos asusto demasiado a todos, y mi hermana y yo empezamos a llorar, con el bate de madera en mano mi abuelo abrió la puerta solo para ver que nada había en el lugar.
Optamos por empezar a rezar, y los ruidos, no se volvieron a escuchar, solo después unas horas, que llegaron mis papas, ese mismo día, después de lo que les platicaron mis abuelos, mis padres, se salieron del lugar, dejando muebles y cosas personales, sin voltear nunca hacia atrás.
Era un día como cualquier otro, en casa solo estábamos mi hermana y yo junto con mi abuelo, el padre de mi madre y mi abuela la madre de mi padre, sabían que en la casa en donde estaban, se escuchaban cosas, y aun así mis padres, que ese día tenían un compromiso, nos dejaron con los abuelos que ese día estaban de visita y habían coincidido.
Todo empezó ya algo tarde, la casa era de dos pisos, mis abuelos, mi hermana y yo, ya estábamos dormidos, en eso se escucho en la cocina que todos los trastes se cayeron de la alacena, y se escuchaba claramente que alguien movía todo, mi abuelo tomo un bate que tenia yo de madera, y bajo cautelosa mente, sin saber a quien encontrar, ya que por los ruidos, todo hacia pensar que eran ladrones.
Al bajar y ver que todo estaba normal, y que el silencio era lo único que calaba en los oídos, opto por regresar y cerrar bien la puerta de la recamara, en cuanto cerro, mi abuela le pregunto, Don Elias, que paso abajo? Nasa Doña Bertha, es lo raro, no se escucha nada, puro silencio, y la casa de aquí enseguida, esta vacía, no me imagino que pueda ser.
En eso estaba cerrando la puerta, cuando escucho unas patadas en la puerta, como si vinieran atrás de el, algo que nos asusto demasiado a todos, y mi hermana y yo empezamos a llorar, con el bate de madera en mano mi abuelo abrió la puerta solo para ver que nada había en el lugar.
Optamos por empezar a rezar, y los ruidos, no se volvieron a escuchar, solo después unas horas, que llegaron mis papas, ese mismo día, después de lo que les platicaron mis abuelos, mis padres, se salieron del lugar, dejando muebles y cosas personales, sin voltear nunca hacia atrás.