La mansión Matusita está localizada en Lima, Perú, una de las miles de leyendas. Donde según los vecinos está maldita y varios fantasmas habitan ahí ya que han visto sombras detrás de las ventanas, espectros de todo tipo e incluso fantasmas fuertemente visibles. También se han escuchado gritos y lamentos provenientes de las habitaciones de la Matusita.
En esta mansión habitaba antiguamente un señor junto con dos empleados: la cocinera y el mayordomo. El dueño los trataba de la peor forma, con gritos e insultos, a tal punto que los dos empleados decidieron envenenar al dueño en la próxima fiesta.
Y así lo hicieron. Esperaron a que todos los invitados entraran y que llegara la hora de comer para rocear las comidas con un veneno fatal para cualquier persona. Después de eso cerraron las puertas con llave.
Después de 15 minutos empezó a hacer efecto el veneno. Se escucharon gritos, lamentos pidiendo auxilio de todo tipo. El resultado de todo esto fue sangre en todos los lugares de casa, extremidades y ojos arrancados, cuerpos decapitados, en fin, toda una masacre.
La cocinera y el mayordomo se impactaron tanto con la situación que tuvieron que se internados en un manicomio de por vida, quizás pagando el precio de haber hecho tales brutalidades.
En esta mansión habitaba antiguamente un señor junto con dos empleados: la cocinera y el mayordomo. El dueño los trataba de la peor forma, con gritos e insultos, a tal punto que los dos empleados decidieron envenenar al dueño en la próxima fiesta.
Y así lo hicieron. Esperaron a que todos los invitados entraran y que llegara la hora de comer para rocear las comidas con un veneno fatal para cualquier persona. Después de eso cerraron las puertas con llave.
Después de 15 minutos empezó a hacer efecto el veneno. Se escucharon gritos, lamentos pidiendo auxilio de todo tipo. El resultado de todo esto fue sangre en todos los lugares de casa, extremidades y ojos arrancados, cuerpos decapitados, en fin, toda una masacre.
La cocinera y el mayordomo se impactaron tanto con la situación que tuvieron que se internados en un manicomio de por vida, quizás pagando el precio de haber hecho tales brutalidades.